El PSOE entiende que Núñez Feijoo le da la espalda a las demandas sanitarias existentes en Barbanza
- 25/9/2010
El diputado socialista José Manuel Lage Tuñas tiene clara la traducción de las palabras dichas desde la Consellería de Sanidade con respecto a la unidad de salud mental: «Núñez Feijoo está dándolle as costas ás demandas existentes na comarca do Barbanza ao renunciar ao proxecto de centro de saúde mental de Ribeira». Dice que él se interesó desde hace meses en este asunto y que «o goberno da Xunta estivo agochando as súas intencións durante todo ese tempo, agora ao PP tócalle explicar o motivo do seu silencio». Lage Tuñas pide al alcalde de Ribeira que «se sume ás reivindicacións do PSOE e presione ao seu partido».
A Barbanza se llegaba por corredoira
La vieja carretera general, hoy único acceso a Arousa Norte, discurre por el mismo trazado que ocupaba el Camino Real, un vial considerado no apto para el transporte
- Daniel Bravo Cores | Historiador
- 13/3/2008
El cierre de la Vía de Barbanza (antes vía rápida), hoy en boca de todos cuantos habitamos en Arousa norte y no precisamente para echar flores, ha obligado a los conductores a retomar el itinerario de la vieja carretera general AC-305, antes C-550 y, mucho antes, antiguo Camino Real que conducía a Santiago de Compostela. En efecto, la vieja carretera que hasta los años noventa era la única vía de comunicación con el exterior, discurre con casi total precisión por el mismo recorrido que desde la época medieval conducía a nuestros antepasados hasta la ciudad del Apóstol, capital administrativa de la antigua provincia de Santiago, a la que pertenecían todas las poblaciones de Barbanza.
Del Camino Real tenemos noticias aisladas desde al menos el siglo XVI, en protocolos notariales de compraventa de fincas que lo lindaban o en escrituras de aforamiento relativas a predios que tenían la misma vecindad con el vial y que el arzobispo o el monasterio de San Martín Pinario daban en foro a lugareños de estas tierras, o por mapas como el del Coto de Deán en Ribeira «hallado» por un avezado descubridor de documentos antiguos, a pesar de que hace 60 años ya servía de portada a varias publicaciones del Archivo del Reino de Galicia de La Coruña, a iniciativa del entonces joven director Antonio Gil Merino que tantos años estaría al frente de la institución.
Con toda seguridad, el Camino Real se utilizaba ya desde la noche de los tiempos del medioevo; sin duda era por donde llegaban las periódicas visitas pastorales de los llamados visitadores del Arzobispado, encargados de mantener el control de la prelatura compostelana sobre las parroquias, las de los cobradores de impuestos de la Corona, o los arrieros maragatos que tenían en los pueblos de Barbanza uno de sus finales de ruta.
Limitaciones
Se trataba de lo que algunos historiadores llaman hoy un «camino de herradura», es decir, no apto para el transporte rodado, y únicamente servía como corredoira de caminantes, de caballeros -en el sentido antiguo de hombres a caballo- o de gentes, como los maragatos, que utilizaban para sus transportes reatas de ganado caballar o, incluso, carros de bueyes. Era, por tanto, una vía con evidentes limitaciones, que se mantenía en uso solo por la obligación que tenían los habitantes de su entorno de realizar obras de mantenimiento y que, con frecuencia, presentaba unos puentes en estado de ruina, como veremos en testimonios de época.
Cuando se trataba de transportar mercancías pesadas o voluminosas, el camino más rápido, fácil y barato era a través del mar. Así hizo ruta, por ejemplo, el célebre escultor compostelano Miguel de Romay -uno de los primeros espadas del arte barroco de su tiempo-, cuando tuvo que trasladar un retablo desde su taller, en el barrio compostelano de Santa Clara, hasta la iglesia parroquial de Santa Baia de Boiro en 1721.
La obra fue conducida desde Santiago hasta Padrón despiezada en varios carros tirados por bueyes, y en Pontecesures fue embarcada en: «cuatro lanchas de Cabo de Cruz que fueron al Puente Cesures a buscar dicho retablo asta conducirle a esta dicha feligresía a las que se pagaron 45 reales». Los Libros de Fábrica -hoy se llamarían de contabilidad- de la Iglesia de Boiro dan cuenta pormenorizada de todos los detalles del periplo
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